Este espacio es creado con la finalidad de difundir actividades propias de la docencia, desde nivel básico hasta nivel superior, agregando opciones útiles para los docentes en las áreas de Telesecundaria, Administración, y Seguridad Pública.
lunes, 15 de febrero de 2010
Educar para la ciudadanía.
Muy buen video que nos ayuda a reflexionar sobre el rumbo de la educación y del rumbo de la humanidad.
lunes, 8 de febrero de 2010
miércoles, 3 de febrero de 2010
Pequeñas reformas
Por: Gilberto Nieto López (Escritores por la Educación, A. C.)
Otro despertar comienza acogiéndonos con heladas manos en tiempos tempranos. Este año 2010 comienza con un frío terrible, crudo, despiadado, atroz, quizá producto del cambio climático que sufre el planeta, que nos precisó a salir de nuestros hogares únicamente por trabajo y algunos compromisos apremiantes.
Transitando por una concurrida calle de nuestra querida Ciudad de las flores, llegué a un entronque que sólo podía cruzar bajo la venia de algún amable conductor, así que comencé a esperar. No recuerdo el tiempo que tardó mi pie sobre el freno del automóvil, pero un malestar provocado por el frío indujo la entrada del freno de mano.
Con una prolongada espera que pretendía estrechar mi templanza, condimentada con una armónica sonata de claxon tras de mí, solicitando impacientemente la entonación de una estrepitosa sinfonía de caucho. Me pregunté ¿Por qué respetamos el 1 x 1 cuando se anuncia con un letrero, y no lo hacemos cuando debemos inferirlo?
Ese melódico ambiente me hizo recordar una cita de Mahatma Gandhi, “Aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales”; México es un país hermoso realmente, con una variedad natural impresionante, una rica diversidad cultural y gastronómica, lleno de personas que están dispuestas, a pesar de las carencias que llegan con los aumentos de este año, a quitarse el abrigo para que un amigo no pase frío. Entonces, por qué algunos pueden atentar en contra de un conocido, sentirse orgullosos por escabullirse entre la fila del cine, comentar con agrado cómo humillaron a un compañero de clase, excusarse para evadir el trabajo, filtrarse en la espera del semáforo para salir antes que los demás, hacer caso omiso a los señalamientos de tránsito y un sin fin de circunstancias más. Claro que el suceso más apremiante en ese momento era el por qué no daban paso los vehículos.
Realmente no debemos esperar que esas “pequeñas reformas” emanen de un régimen gubernamental que nos obligue jurídicamente a realizar o dejar de hacer ciertas cuestiones. Esas reformas, aunque puedan parecer insignificantes, deben comenzar en el corazón de aquella persona que está tras el volante, frente a un pizarrón, detrás de un escritorio, sobre una banqueta, a la cabeza de un hogar y cualquier otro lugar que nos podamos imaginar. Si comenzamos ahora, tal vez nos toque gozar de sus beneficios en unos años, no necesitamos ir a otro país para deleitarnos de una buena cultura vial, una corrupción extirpada de la médula social, la gentileza de las personas y una mejor calidad de vida. Ya lo dijo Gandhi una vez, “ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria”.
Cuando por fin me percaté de que podía pasar, apresurado, quité el freno de mano y metí la velocidad; sin embargo, un automovilista vio mis malas intenciones de cruzar, por lo que aceleró su marcha. Ahora las composiciones musicales que los automovilistas interpretaban, rememoraban los años de preparatoria, sin mencionar varios adjetivos calificativos y el recuerdo de una mujer que quiero con toda mi alma.
Ya con la templanza un poco más disminuida y muchas ganas de solicitarle al conductor de atrás que hiciera flotar su unidad por sobre la mía, recordé que Winston Churchill definió al éxito como el ir de fracaso en fracaso sin desesperarse. Cuando por fin me había habituado a escuchar esas piezas musicales como si evocaran a Mozart o Tchaikovsky, una joven de escasos 20 años me dio el paso. No pude ocultar la sonrisa en el rostro mientras agradecía con vehemencia aquel gesto de amabilidad, la señorita asintió con la cabeza y me devolvió la sonrisa. Por fin había cruzado esa transitada calle.
Diario de Xalapa 21/01/2010
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