Lo que empezó hace dos años como una crisis financiera en los sofisticados mercados de los países desarrollados, se ha convertido hoy en un tsunami devastador que no sólo afecta a la economía real en los países ricos sino que amenaza con derivar en una crisis humanitaria en los países en desarrollo.
Organismos multilaterales, países donantes y gobiernos de países en desarrollo intentan hoy ponerse de acuerdo en cómo capear el temporal del mejor modo posible. Para muchos, lo fundamental es proteger a los más vulnerables, razón por la cual las políticas sociales cobran hoy una importancia todavía mayor que la que suelen tener en tiempos de bonanza. A pesar de ello, las restricciones presupuestarias son tales que, incluso en materia social, todos los gobiernos se ven obligados a hacer ajustes dramáticos. La educación se percibe como una inversión a medio y largo plazo, así que la tentación de recortar los gastos sociales por este frente es evidente. Cuando hay que afrontar incrementos espectaculares del gasto por cobertura del desempleo y de la protección social en general, lo más lógico parecería ser meter la tijera al enorme gasto educativo (hasta el 25 por ciento del gasto público en algunos países) que, además, suele ir en su mayor parte para salarios del personal docente.
El sector educativo aparece pues como uno de los grandes perdedores potenciales de esta crisis. Cabe preguntarse, sin embargo, y antes de que la tijera haga todo su trabajo, si es de verdad lo más inteligente centrar en la educación el sacrificio de los recortes sociales y, desde luego, cuáles serían las consecuencias a corto y a medio plazo. Muchos tememos que las conquistas en materia educativa de los últimos quince años podrían perderse: congelación o caída de las tasas de matrícula en los países en desarrollo, deterioro creciente de la calidad en todos los países al reducirse a la mínima expresión el gasto educativo no destinado a salarios, retroceso generalizado en los niveles no obligatorios de enseñanza, y aumento de la vulnerabilidad y de la exclusión escolar y social de los más pobres.
La experiencia de crisis económicas anteriores demuestra que los individuos, familias y países más ricos tienden a aumentar su gasto en educación en tiempos de recesión, aunque sea un poquito. Los más pobres, sin embargo, tienden a reducirlo. Así, aunque el efecto más inmediato de las crisis sea el de una aparente reducción de las desigualdades de renta, es precisamente esa asimetría respecto de la inversión educativa la que planta las semillas de una mayor desigualdad futura. Y es que, cuando llegue el tren de la recuperación económica, serán los países que hayan mantenido y reforzado sus inversiones en educación quienes estarán en mejores condiciones de subirse a ese tren. La mayor parte de los empleos que hoy se están perdiendo en nuestras economías no van a regresar en el nuevo escenario post-crisis. Sólo una educación de calidad, centrada en las capacidades y competencias necesarias en una economía intensiva en conocimiento, puede permitirnos tomar ese tren de la recuperación, y a ser posible en el vagón de primera clase. La decisión está en si queremos aprovechar la crisis para tomar mejores posiciones o si nos vamos a limitar a sufrirla.
Juan Manuel Moreno es asesor de Educación del Banco Mundial.
Este espacio es creado con la finalidad de difundir actividades propias de la docencia, desde nivel básico hasta nivel superior, agregando opciones útiles para los docentes en las áreas de Telesecundaria, Administración, y Seguridad Pública.
viernes, 25 de septiembre de 2009
sábado, 19 de septiembre de 2009
domingo, 13 de septiembre de 2009
A casi tres años de gobierno ¿Qué ha pasado con la educación? Raymundo Carmona León Profesor del Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM. Miembro del
A tres años del triunfo de Felipe Calderón como presidente de la República, el cual se dio en medio de una polémica, la educación no figura como tema prioritario dentro de su agenda política, concentrada en atender los problemas de seguridad nacional.
¿Qué ha sucedido con la educación a casi la mitad del sexenio? Es una interrogante que surge cuando observamos que los grandes retos de calidad, equidad, cobertura, pertinencia, entre otros, siguen sin ser atendidos de manera eficiente.
La educación no fue un tema que sobresaliera en su campaña ni en su etapa de transición, ni tampoco lo ha sido en lo que va de su gobierno. Durante su búsqueda por alcanzar la presidencia, las promesas educativas se enfocaron a ampliar las becas; poner en marcha un programa de escuelas seguras; impulsar la opción de horarios extendidos en las escuelas; fortalecer la educación física y artística en las primarias; incrementar la cobertura, así como garantizar la calidad de la educación superior (en específico, detener la proliferación de universidades privadas de dudosa calidad).
Una vez siendo presidente, en el Plan Nacional de Desarrollo su línea de "transformación educativa" estableció como objetivos: elevar la calidad educativa; reducir las desigualdades en las oportunidades educativas; impulsar el desarrollo y utilización de nuevas tecnologías en el sistema educativo; promover la educación integral; fortalecer el acceso y la permanencia en la enseñanza media superior; ampliar la cobertura, favorecer la equidad, además de mejorar la calidad y pertinencia de la educación superior.
Sin embargo, el Programa Sectorial de Educación (PSE) 2007-2012, en contraste con el de las dos últimas administraciones, resultó ser un breve e improvisado documento, carente de una visión coherente, diagnóstica y conceptual, el cual se organizó en objetivos por nivel educativo en función de temas transversales como evaluación, infraestructura, sistema de información, marco jurídico y mejora de la gestión institucional. Aunque lo novedoso se concentró en la expansión del esquema de becas y apoyos adicionales a estudiantes de bajos recursos, en general se visualizó continuidad con el gobierno anterior al retomarse programas como Escuelas de Calidad (PEC), Enciclomedia, y el Nacional de Becas para la Educación Superior (Pronabes), que después de todo trascendieron en la gestión calderonista, aunque no se les dio el mismo impulso en comparación a lo otorgado por Vicente Fox.
El PSE concentró sus estrategias en intensificar los procesos de evaluación, por lo que mantuvo programas ya existentes como la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), que se transformó en esta administración en la unidad de medida nacional para el logro académico, pese a ser tan cuestionado por su instrumentación y metodología. Entre los aspectos desafortunados se encuentra que la imposición de la prueba redujo las acciones de los maestros a enseñar a los alumnos a resolverla.
La famosa Alianza para la Calidad Educativa (ACE) fue producto de la mancuerna entre el gobierno federal y el SNTE y no resultado del diálogo con diversos actores, aparte de ser deficiente en su diseño y no abordar a fondo el mejoramiento educativo del país. Lo más preocupante es que la ACE, por sus implicaciones políticas, se impuso por encima del PSE y a un tercio del gobierno actual se ha convertido en el eje de su política educativa. Con el cambio de titularidad en la SEP, en vez de observarse la construcción de una nueva agenda que cumpliera con el derecho a la educación para todos, se mantuvo la línea original en la continuidad de los programas. En este sentido, es importante ubicarnos en una realidad educativa rebasada por la urgente atención a problemas nacionales como seguridad, narcotráfico y una crisis económica cuyas medidas emergentes para enfrentarla son el recorte a programas sociales.
La educación tendrá poco impacto en lo que resta del sexenio por el simple hecho de estar reducida a un debilitado programa educativo y a una Alianza que pronto se agotará. Todo parece indicar que debemos esperar a las próximas elecciones presidenciales para observar algo trascendente en materia educativa.
¿Qué ha sucedido con la educación a casi la mitad del sexenio? Es una interrogante que surge cuando observamos que los grandes retos de calidad, equidad, cobertura, pertinencia, entre otros, siguen sin ser atendidos de manera eficiente.
La educación no fue un tema que sobresaliera en su campaña ni en su etapa de transición, ni tampoco lo ha sido en lo que va de su gobierno. Durante su búsqueda por alcanzar la presidencia, las promesas educativas se enfocaron a ampliar las becas; poner en marcha un programa de escuelas seguras; impulsar la opción de horarios extendidos en las escuelas; fortalecer la educación física y artística en las primarias; incrementar la cobertura, así como garantizar la calidad de la educación superior (en específico, detener la proliferación de universidades privadas de dudosa calidad).
Una vez siendo presidente, en el Plan Nacional de Desarrollo su línea de "transformación educativa" estableció como objetivos: elevar la calidad educativa; reducir las desigualdades en las oportunidades educativas; impulsar el desarrollo y utilización de nuevas tecnologías en el sistema educativo; promover la educación integral; fortalecer el acceso y la permanencia en la enseñanza media superior; ampliar la cobertura, favorecer la equidad, además de mejorar la calidad y pertinencia de la educación superior.
Sin embargo, el Programa Sectorial de Educación (PSE) 2007-2012, en contraste con el de las dos últimas administraciones, resultó ser un breve e improvisado documento, carente de una visión coherente, diagnóstica y conceptual, el cual se organizó en objetivos por nivel educativo en función de temas transversales como evaluación, infraestructura, sistema de información, marco jurídico y mejora de la gestión institucional. Aunque lo novedoso se concentró en la expansión del esquema de becas y apoyos adicionales a estudiantes de bajos recursos, en general se visualizó continuidad con el gobierno anterior al retomarse programas como Escuelas de Calidad (PEC), Enciclomedia, y el Nacional de Becas para la Educación Superior (Pronabes), que después de todo trascendieron en la gestión calderonista, aunque no se les dio el mismo impulso en comparación a lo otorgado por Vicente Fox.
El PSE concentró sus estrategias en intensificar los procesos de evaluación, por lo que mantuvo programas ya existentes como la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), que se transformó en esta administración en la unidad de medida nacional para el logro académico, pese a ser tan cuestionado por su instrumentación y metodología. Entre los aspectos desafortunados se encuentra que la imposición de la prueba redujo las acciones de los maestros a enseñar a los alumnos a resolverla.
La famosa Alianza para la Calidad Educativa (ACE) fue producto de la mancuerna entre el gobierno federal y el SNTE y no resultado del diálogo con diversos actores, aparte de ser deficiente en su diseño y no abordar a fondo el mejoramiento educativo del país. Lo más preocupante es que la ACE, por sus implicaciones políticas, se impuso por encima del PSE y a un tercio del gobierno actual se ha convertido en el eje de su política educativa. Con el cambio de titularidad en la SEP, en vez de observarse la construcción de una nueva agenda que cumpliera con el derecho a la educación para todos, se mantuvo la línea original en la continuidad de los programas. En este sentido, es importante ubicarnos en una realidad educativa rebasada por la urgente atención a problemas nacionales como seguridad, narcotráfico y una crisis económica cuyas medidas emergentes para enfrentarla son el recorte a programas sociales.
La educación tendrá poco impacto en lo que resta del sexenio por el simple hecho de estar reducida a un debilitado programa educativo y a una Alianza que pronto se agotará. Todo parece indicar que debemos esperar a las próximas elecciones presidenciales para observar algo trascendente en materia educativa.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
jueves, 3 de septiembre de 2009
La universidad 'online' obtiene mejor nota La enseñanza virtual es más efectiva que la clásica. El País
La universidad 'online' obtiene mejor nota
La enseñanza virtual es más efectiva que la clásica, sobre todo combinada con elementos presenciales - El alumno es más activo y el profesor, más asesor
J. A. AUNIÓN 01/09/2009
La educación a distancia a través de Internet (online) ha experimentado en los últimos años un gran crecimiento. En Estados Unidos, unos 3,9 millones de personas estudiaban en 2007 algún curso de educación superior virtualmente, un 12% más que el año anterior, mientras la población universitaria total creció un 1,2%, según las cifras del estadounidense Sloan Consortium.
La educación a distancia a través de Internet (online) ha experimentado en los últimos años un gran crecimiento. En Estados Unidos, unos 3,9 millones de personas estudiaban en 2007 algún curso de educación superior virtualmente, un 12% más que el año anterior, mientras la población universitaria total creció un 1,2%, según las cifras del estadounidense Sloan Consortium. En España, aproximadamente el 30% de la oferta de programas de posgrado es ya online, según datos del Instituto Universitario de Posgrado (IUP). El crecimiento de esta opción parece imparable, pero siempre se ha considerado algo menor, el recurso de quien no puede acceder a la formación clásica presencial, la única que realmente ofrece una educación de alta calidad.
Pero, ¿y si resulta que los alumnos de enseñanza online aprenden más, de media, que los de presencial en educación superior? Según un estudio que la consultora SRI International ha hecho para el Departamento de Educación de Estados Unidos, es así, con una diferencia pequeña cuando se refiere a la formación totalmente online, pero que es muy significativa cuando se compara con los proyectos que combinan las clases de toda la vida con la formación a distancia usando nuevas tecnologías.
No se trata, dicen las conclusiones, de que el ordenador tenga algún tipo de efecto mágico, es decir, que el modelo en sí sea más efectivo, sino que el uso de esas herramientas en la educación suele implicar que el alumno dedica más tiempo al estudio, que busca información adicional por su cuenta, la comparte, colabora y, en definitiva, es más propenso a tomar las riendas de su propio aprendizaje en lugar de ser un sujeto pasivo y muchas veces anónimo en medio de una clase llena (a veces excesivamente) de alumnos. Objetivos que, por otra parte, lleva décadas reclamando la investigación educativa para la enseñanza en general, recuerda el experto en educación Rodrigo Juan García.
De hecho, muchos expertos aseguran que el futuro de la universidad está en el modelo mixto: mucho trabajo individual o colaborativo con herramientas de Internet -desde clases magistrales colgadas en la web hasta materiales de trabajo o ejercicios- y seminarios presenciales, y tutorías individuales, online o en persona. Éste es el futuro, sin duda, según James C. Taylor, profesor de la Universidad de Queensland (Australia) y uno de los autores del estudio de 2006 de la UNESCO La Universidad virtual: "Bien diseñado, toma lo mejor de ambos modelos".
Y para el profesor de la Complutense Jesús Flores el proceso es imparable. Señala que la idea de enseñanza híbrida está en el fondo de la reforma europea de las universidades (el plan Bolonia). "El nuevo modelo en el que se basa la educación online conllevará una transformación de las instalaciones de las facultades, igual que con la filosofía del espacio europeo. ¿Para qué queremos aulas para 140 personas, si el modelo online no las necesita y el modelo europeo apuesta por un número limitado de 25 a 40 alumnos por clase? Desde luego que todo esto implica una transformación".
El reciente trabajo del Departamento de Educación estadounidense se ha dedicado a revisar las investigaciones hechas sobre el tema entre 1996 y 2008 y ha acabado seleccionando los 99 estudios que hacían una comparación cuantitativa fiable entre las dos formas de enseñanza, para quedarse finalmente con los 49, casi todos muy recientes, que ofrecían una mayor fiabilidad (la mayoría del campo de la Medicina y sanidad, pero también de informática, educación, matemáticas, idiomas, ciencias sociales y empresariales).
Asignándoles valores a las diferencias de aprendizaje (medidos mediante test fiables) de cada uno, el resultado es que la enseñanza puramente online produjo un efecto ligeramente mejor que la presencial (una desviación favorable de 0.14 medida entre 0 y 1) en los resultados, pero que la combinación de elementos online y presenciales es significativamente más efectiva (con una desviación de 0.35).
El estudio advierte de que hace falta mucha más investigación en este campo -muchos de los trabajos analizados se hicieron con muestras pequeñas o con escasez de variables analizadas- y que sus conclusiones están encuadradas para educación superior y de adultos; no son válidas para la enseñanza primaria y secundaria porque en esas edades no han encontrado suficientes evidencias. Esto, para el doctor en Psicopedagogía y profesor en la Facultad de Educación de la UNED José Manuel Suárez tiene toda la lógica, ya que la autorregulación que requiere la educación a distancia necesita a su vez cierta madurez del estudiante.
Al profesor de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Sevilla Julio Cabero no le sorprenden los resultados del estudio, similares a los de uno que se hizo recientemente en las universidades andaluzas, asegura. Cabero cree que "la formación online puede perfectamente dar iguales o mejores resultados que la presencial, pero siempre que por encima de la tecnología pongamos la pedagogía". El profesor recuerda algunos errores que cometió la educación virtual en sus inicios, como colocar, sin más, información en la Red, e insiste en que lo importante es buscar "metodologías activas y colaborativas en el trabajo de los estudiantes y no solamente entornos pasivos donde el estudiante se baje un fichero y lo memorice".
"Opino que ni mejor, ni peor", comienza relativizando la comparación online-presencial Jesús Flores, doctor en Ciencias de la Información de la Complutense. Para él, por su experiencia como docente a distancia, la principal ventaja por ahora de la opción online es "la flexibilidad de horario sin tener que trasladarse a ningún sitio". Y, aunque eso es una ventaja para algunos, dice, no lo es para todos, ya que en España aún predomina "una cultura en donde la formación cara a cara es importante y es sinónimo de calidad y fiabilidad". El reto está, dice, "en trasladar la calidad de la educación presencial a la virtual. De momento, en el ranking de las 200 mejores universidades del mundo no figura ninguna universidad cuyo modelo de enseñanza sea únicamente virtual".
"No se puede determinar que una metodología sea mejor que otra, pues deben de utilizarse en función de la situación, de forma que en unos casos y para unos estudiantes pueda ser mejor una y para otros estudiantes ser mejor la otra. De hecho, los resultados del estudio muestran mejores rendimientos para un mayor número de estudiantes, no para todos (y además las diferencias, aunque existen, no son excesivamente elevadas)", insiste el profesor de la UNED José Manuel Suárez. De hecho, otro punto importante a tener en cuenta es el perfil de los estudiantes a distancia, gente que normalmente tiene que compaginar sus cursos con otras actividades, como un trabajo, lo cual implica una fuerza de voluntad y una motivación extra.
Así, lo que un gran número de expertos defiende como la mejor opción de futuro para la universidad es la mezcla, el híbrido. "La sustitución de la formación presencial por la formación virtual, aun cuando sea en niveles educativos superiores o universitarios (en primaria podría ser una barbaridad), siempre será menos buena que la combinación de online y presencial. Porque la interacción directa entre las personas (si se hace bien, si los profesores están bien preparados y ponen voluntad) es la más eficaz y eficiente", asegura Pere Marqués, experto en nuevas tecnologías y docente en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Aunque también hay quien piensa que, aunque creciente, será una posibilidad más entre todas las que darán las universidades. Es el caso del profesor de la Universidad de Meryland (EE UU) Mark L. Parker, que también participó en el estudio de la UNESCO sobre la universidad virtual: "Creo que será uno de los modelos que adoptarán la mayoría de las universidades en un futuro cercano. De qué manera y hasta dónde lo adoptarán dependerá de los objetivos y necesidades de cada campus", añade. La oferta híbrida típica en su universidad, explica Parker, consiste en una clase presencial a la semana, con el resto de clases a través de la Red. Los alumnos pueden trabajar en pequeños grupos por Internet con videoconferencias, chat o correos electrónicos. Y el profesor, por su parte, puede colgar la selección de lecturas tomadas de la biblioteca virtual o hacer las tutorías por Internet.
En España, sin alcanzar tampoco para lanzar cohetes, las universidades van haciendo los deberes en este campo. La española es la segunda comunidad del mundo más activa de Moodle (un soporte de software libre para campus virtuales en los que alumnos y profesores puden hacer todas esas cosas de las que habla Parker) y desde hace años, se ha ido sucediendo la creación de campus virtuales de las universidades españolas e, incluso, uniéndose. Al campus virtual del G-9 -creado en 1997 por las universidades públicas de Baleares, Cantabria, Extremadura, Oviedo, País Vasco, Zaragoza, Navarra, La Rioja y Castilla-La Mancha-, le siguieron la red catalana Intercampus -Barcelona, Autónoma, Politécnica de Cataluña, Girona, Lleida, Rovira i Virgili, Pompeu Fabra y UOC- y la madrileña -Autónoma, Alcalá, Carlos III, Complutense, Politécnica y Rey Juan Carlos-.
Así, parece que, se llegue a imponer como modelo o se convierta en una opción mayoritaria más, todos parecen tener claro que la formación virtual va a crecer enormemente. Y el profesor australiano James C. Taylor va más allá, cree que el cambio será necesario para atender de manera eficiente el previsiblemente enorme aumento de alumnos de enseñanzas superiores en la próxima década, sobre todo en los países en desarrollo. Sólo India, asegura, necesitaría 2.400 universidades más en los próximos 25 años para atender su previsible aumento de alumnos. "Tanto en países desarrollados como en desarrollo, Internet será la única forma viable y efectiva de atender a la demanda de educación y formación continua", escribió Taylor para una reciente conferencia.
La duda que queda es cómo cambiaría ese escenario del papel del profesor. Como se ha dicho tantas veces tras la irrupción de las nuevas tecnologías en la sociedad del conocimiento, los expertos siguen viendo al docente en el centro de la enseñanza, pero en lugar de como el proveedor principal de información, como un "facilitador, asesor", asegura Taylor. "Es también conveniente que el profesor desarrolle un papel más activo y aquí la figura del tutor virtual es clave para garantizar acciones de calidad", añade Cabero.
Parker, una vez más, se queda en una posición intermedia (híbrida): "Creo que el papel del profesor no cambia. Seguirá esperándose de él que lidere el aprendizaje de los alumnos y que los evalúe. La diferencia es que en un contexto mixto tendrá a su disposición muchos más recursos para mejorar ese aprendizaje. Además, tendrá la oportunidad de interactuar con los alumnos de una manera más rica. Por ejemplo, los comentarios y preguntas tanto de profesores como estudiantes, pueden quedar grabadas quedar accesibles todo el curso. Estas son claramente ventajas sobre el modelo clásico del profesor que habla en clase mientras sus alumnos toman apuntes".
© EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200
La enseñanza virtual es más efectiva que la clásica, sobre todo combinada con elementos presenciales - El alumno es más activo y el profesor, más asesor
J. A. AUNIÓN 01/09/2009
La educación a distancia a través de Internet (online) ha experimentado en los últimos años un gran crecimiento. En Estados Unidos, unos 3,9 millones de personas estudiaban en 2007 algún curso de educación superior virtualmente, un 12% más que el año anterior, mientras la población universitaria total creció un 1,2%, según las cifras del estadounidense Sloan Consortium.
La educación a distancia a través de Internet (online) ha experimentado en los últimos años un gran crecimiento. En Estados Unidos, unos 3,9 millones de personas estudiaban en 2007 algún curso de educación superior virtualmente, un 12% más que el año anterior, mientras la población universitaria total creció un 1,2%, según las cifras del estadounidense Sloan Consortium. En España, aproximadamente el 30% de la oferta de programas de posgrado es ya online, según datos del Instituto Universitario de Posgrado (IUP). El crecimiento de esta opción parece imparable, pero siempre se ha considerado algo menor, el recurso de quien no puede acceder a la formación clásica presencial, la única que realmente ofrece una educación de alta calidad.
Pero, ¿y si resulta que los alumnos de enseñanza online aprenden más, de media, que los de presencial en educación superior? Según un estudio que la consultora SRI International ha hecho para el Departamento de Educación de Estados Unidos, es así, con una diferencia pequeña cuando se refiere a la formación totalmente online, pero que es muy significativa cuando se compara con los proyectos que combinan las clases de toda la vida con la formación a distancia usando nuevas tecnologías.
No se trata, dicen las conclusiones, de que el ordenador tenga algún tipo de efecto mágico, es decir, que el modelo en sí sea más efectivo, sino que el uso de esas herramientas en la educación suele implicar que el alumno dedica más tiempo al estudio, que busca información adicional por su cuenta, la comparte, colabora y, en definitiva, es más propenso a tomar las riendas de su propio aprendizaje en lugar de ser un sujeto pasivo y muchas veces anónimo en medio de una clase llena (a veces excesivamente) de alumnos. Objetivos que, por otra parte, lleva décadas reclamando la investigación educativa para la enseñanza en general, recuerda el experto en educación Rodrigo Juan García.
De hecho, muchos expertos aseguran que el futuro de la universidad está en el modelo mixto: mucho trabajo individual o colaborativo con herramientas de Internet -desde clases magistrales colgadas en la web hasta materiales de trabajo o ejercicios- y seminarios presenciales, y tutorías individuales, online o en persona. Éste es el futuro, sin duda, según James C. Taylor, profesor de la Universidad de Queensland (Australia) y uno de los autores del estudio de 2006 de la UNESCO La Universidad virtual: "Bien diseñado, toma lo mejor de ambos modelos".
Y para el profesor de la Complutense Jesús Flores el proceso es imparable. Señala que la idea de enseñanza híbrida está en el fondo de la reforma europea de las universidades (el plan Bolonia). "El nuevo modelo en el que se basa la educación online conllevará una transformación de las instalaciones de las facultades, igual que con la filosofía del espacio europeo. ¿Para qué queremos aulas para 140 personas, si el modelo online no las necesita y el modelo europeo apuesta por un número limitado de 25 a 40 alumnos por clase? Desde luego que todo esto implica una transformación".
El reciente trabajo del Departamento de Educación estadounidense se ha dedicado a revisar las investigaciones hechas sobre el tema entre 1996 y 2008 y ha acabado seleccionando los 99 estudios que hacían una comparación cuantitativa fiable entre las dos formas de enseñanza, para quedarse finalmente con los 49, casi todos muy recientes, que ofrecían una mayor fiabilidad (la mayoría del campo de la Medicina y sanidad, pero también de informática, educación, matemáticas, idiomas, ciencias sociales y empresariales).
Asignándoles valores a las diferencias de aprendizaje (medidos mediante test fiables) de cada uno, el resultado es que la enseñanza puramente online produjo un efecto ligeramente mejor que la presencial (una desviación favorable de 0.14 medida entre 0 y 1) en los resultados, pero que la combinación de elementos online y presenciales es significativamente más efectiva (con una desviación de 0.35).
El estudio advierte de que hace falta mucha más investigación en este campo -muchos de los trabajos analizados se hicieron con muestras pequeñas o con escasez de variables analizadas- y que sus conclusiones están encuadradas para educación superior y de adultos; no son válidas para la enseñanza primaria y secundaria porque en esas edades no han encontrado suficientes evidencias. Esto, para el doctor en Psicopedagogía y profesor en la Facultad de Educación de la UNED José Manuel Suárez tiene toda la lógica, ya que la autorregulación que requiere la educación a distancia necesita a su vez cierta madurez del estudiante.
Al profesor de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Sevilla Julio Cabero no le sorprenden los resultados del estudio, similares a los de uno que se hizo recientemente en las universidades andaluzas, asegura. Cabero cree que "la formación online puede perfectamente dar iguales o mejores resultados que la presencial, pero siempre que por encima de la tecnología pongamos la pedagogía". El profesor recuerda algunos errores que cometió la educación virtual en sus inicios, como colocar, sin más, información en la Red, e insiste en que lo importante es buscar "metodologías activas y colaborativas en el trabajo de los estudiantes y no solamente entornos pasivos donde el estudiante se baje un fichero y lo memorice".
"Opino que ni mejor, ni peor", comienza relativizando la comparación online-presencial Jesús Flores, doctor en Ciencias de la Información de la Complutense. Para él, por su experiencia como docente a distancia, la principal ventaja por ahora de la opción online es "la flexibilidad de horario sin tener que trasladarse a ningún sitio". Y, aunque eso es una ventaja para algunos, dice, no lo es para todos, ya que en España aún predomina "una cultura en donde la formación cara a cara es importante y es sinónimo de calidad y fiabilidad". El reto está, dice, "en trasladar la calidad de la educación presencial a la virtual. De momento, en el ranking de las 200 mejores universidades del mundo no figura ninguna universidad cuyo modelo de enseñanza sea únicamente virtual".
"No se puede determinar que una metodología sea mejor que otra, pues deben de utilizarse en función de la situación, de forma que en unos casos y para unos estudiantes pueda ser mejor una y para otros estudiantes ser mejor la otra. De hecho, los resultados del estudio muestran mejores rendimientos para un mayor número de estudiantes, no para todos (y además las diferencias, aunque existen, no son excesivamente elevadas)", insiste el profesor de la UNED José Manuel Suárez. De hecho, otro punto importante a tener en cuenta es el perfil de los estudiantes a distancia, gente que normalmente tiene que compaginar sus cursos con otras actividades, como un trabajo, lo cual implica una fuerza de voluntad y una motivación extra.
Así, lo que un gran número de expertos defiende como la mejor opción de futuro para la universidad es la mezcla, el híbrido. "La sustitución de la formación presencial por la formación virtual, aun cuando sea en niveles educativos superiores o universitarios (en primaria podría ser una barbaridad), siempre será menos buena que la combinación de online y presencial. Porque la interacción directa entre las personas (si se hace bien, si los profesores están bien preparados y ponen voluntad) es la más eficaz y eficiente", asegura Pere Marqués, experto en nuevas tecnologías y docente en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Aunque también hay quien piensa que, aunque creciente, será una posibilidad más entre todas las que darán las universidades. Es el caso del profesor de la Universidad de Meryland (EE UU) Mark L. Parker, que también participó en el estudio de la UNESCO sobre la universidad virtual: "Creo que será uno de los modelos que adoptarán la mayoría de las universidades en un futuro cercano. De qué manera y hasta dónde lo adoptarán dependerá de los objetivos y necesidades de cada campus", añade. La oferta híbrida típica en su universidad, explica Parker, consiste en una clase presencial a la semana, con el resto de clases a través de la Red. Los alumnos pueden trabajar en pequeños grupos por Internet con videoconferencias, chat o correos electrónicos. Y el profesor, por su parte, puede colgar la selección de lecturas tomadas de la biblioteca virtual o hacer las tutorías por Internet.
En España, sin alcanzar tampoco para lanzar cohetes, las universidades van haciendo los deberes en este campo. La española es la segunda comunidad del mundo más activa de Moodle (un soporte de software libre para campus virtuales en los que alumnos y profesores puden hacer todas esas cosas de las que habla Parker) y desde hace años, se ha ido sucediendo la creación de campus virtuales de las universidades españolas e, incluso, uniéndose. Al campus virtual del G-9 -creado en 1997 por las universidades públicas de Baleares, Cantabria, Extremadura, Oviedo, País Vasco, Zaragoza, Navarra, La Rioja y Castilla-La Mancha-, le siguieron la red catalana Intercampus -Barcelona, Autónoma, Politécnica de Cataluña, Girona, Lleida, Rovira i Virgili, Pompeu Fabra y UOC- y la madrileña -Autónoma, Alcalá, Carlos III, Complutense, Politécnica y Rey Juan Carlos-.
Así, parece que, se llegue a imponer como modelo o se convierta en una opción mayoritaria más, todos parecen tener claro que la formación virtual va a crecer enormemente. Y el profesor australiano James C. Taylor va más allá, cree que el cambio será necesario para atender de manera eficiente el previsiblemente enorme aumento de alumnos de enseñanzas superiores en la próxima década, sobre todo en los países en desarrollo. Sólo India, asegura, necesitaría 2.400 universidades más en los próximos 25 años para atender su previsible aumento de alumnos. "Tanto en países desarrollados como en desarrollo, Internet será la única forma viable y efectiva de atender a la demanda de educación y formación continua", escribió Taylor para una reciente conferencia.
La duda que queda es cómo cambiaría ese escenario del papel del profesor. Como se ha dicho tantas veces tras la irrupción de las nuevas tecnologías en la sociedad del conocimiento, los expertos siguen viendo al docente en el centro de la enseñanza, pero en lugar de como el proveedor principal de información, como un "facilitador, asesor", asegura Taylor. "Es también conveniente que el profesor desarrolle un papel más activo y aquí la figura del tutor virtual es clave para garantizar acciones de calidad", añade Cabero.
Parker, una vez más, se queda en una posición intermedia (híbrida): "Creo que el papel del profesor no cambia. Seguirá esperándose de él que lidere el aprendizaje de los alumnos y que los evalúe. La diferencia es que en un contexto mixto tendrá a su disposición muchos más recursos para mejorar ese aprendizaje. Además, tendrá la oportunidad de interactuar con los alumnos de una manera más rica. Por ejemplo, los comentarios y preguntas tanto de profesores como estudiantes, pueden quedar grabadas quedar accesibles todo el curso. Estas son claramente ventajas sobre el modelo clásico del profesor que habla en clase mientras sus alumnos toman apuntes".
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