A tres años del triunfo de Felipe Calderón como presidente de la República, el cual se dio en medio de una polémica, la educación no figura como tema prioritario dentro de su agenda política, concentrada en atender los problemas de seguridad nacional.
¿Qué ha sucedido con la educación a casi la mitad del sexenio? Es una interrogante que surge cuando observamos que los grandes retos de calidad, equidad, cobertura, pertinencia, entre otros, siguen sin ser atendidos de manera eficiente.
La educación no fue un tema que sobresaliera en su campaña ni en su etapa de transición, ni tampoco lo ha sido en lo que va de su gobierno. Durante su búsqueda por alcanzar la presidencia, las promesas educativas se enfocaron a ampliar las becas; poner en marcha un programa de escuelas seguras; impulsar la opción de horarios extendidos en las escuelas; fortalecer la educación física y artística en las primarias; incrementar la cobertura, así como garantizar la calidad de la educación superior (en específico, detener la proliferación de universidades privadas de dudosa calidad).
Una vez siendo presidente, en el Plan Nacional de Desarrollo su línea de "transformación educativa" estableció como objetivos: elevar la calidad educativa; reducir las desigualdades en las oportunidades educativas; impulsar el desarrollo y utilización de nuevas tecnologías en el sistema educativo; promover la educación integral; fortalecer el acceso y la permanencia en la enseñanza media superior; ampliar la cobertura, favorecer la equidad, además de mejorar la calidad y pertinencia de la educación superior.
Sin embargo, el Programa Sectorial de Educación (PSE) 2007-2012, en contraste con el de las dos últimas administraciones, resultó ser un breve e improvisado documento, carente de una visión coherente, diagnóstica y conceptual, el cual se organizó en objetivos por nivel educativo en función de temas transversales como evaluación, infraestructura, sistema de información, marco jurídico y mejora de la gestión institucional. Aunque lo novedoso se concentró en la expansión del esquema de becas y apoyos adicionales a estudiantes de bajos recursos, en general se visualizó continuidad con el gobierno anterior al retomarse programas como Escuelas de Calidad (PEC), Enciclomedia, y el Nacional de Becas para la Educación Superior (Pronabes), que después de todo trascendieron en la gestión calderonista, aunque no se les dio el mismo impulso en comparación a lo otorgado por Vicente Fox.
El PSE concentró sus estrategias en intensificar los procesos de evaluación, por lo que mantuvo programas ya existentes como la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), que se transformó en esta administración en la unidad de medida nacional para el logro académico, pese a ser tan cuestionado por su instrumentación y metodología. Entre los aspectos desafortunados se encuentra que la imposición de la prueba redujo las acciones de los maestros a enseñar a los alumnos a resolverla.
La famosa Alianza para la Calidad Educativa (ACE) fue producto de la mancuerna entre el gobierno federal y el SNTE y no resultado del diálogo con diversos actores, aparte de ser deficiente en su diseño y no abordar a fondo el mejoramiento educativo del país. Lo más preocupante es que la ACE, por sus implicaciones políticas, se impuso por encima del PSE y a un tercio del gobierno actual se ha convertido en el eje de su política educativa. Con el cambio de titularidad en la SEP, en vez de observarse la construcción de una nueva agenda que cumpliera con el derecho a la educación para todos, se mantuvo la línea original en la continuidad de los programas. En este sentido, es importante ubicarnos en una realidad educativa rebasada por la urgente atención a problemas nacionales como seguridad, narcotráfico y una crisis económica cuyas medidas emergentes para enfrentarla son el recorte a programas sociales.
La educación tendrá poco impacto en lo que resta del sexenio por el simple hecho de estar reducida a un debilitado programa educativo y a una Alianza que pronto se agotará. Todo parece indicar que debemos esperar a las próximas elecciones presidenciales para observar algo trascendente en materia educativa.
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